La ciencia no quiere quedar embarazada

Foto cortesia www.pixabay.com

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Los llamados métodos anticonceptivos son recursos fundamentales de la sociedad moderna, en la que la planificación familiar no solo se ha vuelto una necesidad de las personas, sino también de los Estados. Es por ello, que muchos consideran que la pastilla anticonceptiva es uno de los inventos más revolucionarios de las ciencia moderna. En la actualidad, las pastillas que evitan los embarazos, así como otros métodos, han permitido a las parejas controlar su salud sexual y procreativa. Las mujeres pueden decidir si desean ampliar sus familias, o no.

Sin embargo, para llegar a este punto, tuvieron que pasar muchas cosas. Entre ellas, utilizar otros métodos menos prácticos y más riesgosos. Un artículo publicado en el sitio web Onmeda arroja algunas luces sobre los inicios de esta forma de cuidarse del embarazo, que comenzó hace más de 4000 años con los egipcios, quienes diseñaron los primeros métodos anticonceptivos de los que se tenga noticia. Este consistía en triturar semillas de granada y, con la ayuda de cera, formar pequeños supositorios que eran introducidos en la vagina. El estrógeno natural, presente en la fruta evitaba la ovulación y, por ende, el embarazo. Antes de eso, solo se tienen algunas referencias sobre el uso de estiércol de cocodrilo que se colocaba dentro del órgano femenino antes del acto sexual.

Pero, fue en el año 1951, cuando el científico búlgaro-austríaco, Carl Djerassi, patentó un derivado de la hormona femenina como método anticonceptivo: la progesterona. Por eso este investigador, junto al biólogo norteamericano, Gregory Pincus, pueden considerarse los padres de la famosa “píldora”. Pero, la pastilla anticonceptiva hormonal se popularizó definitivamente en 1960, con la autorización de libre consumo en los Estados Unidos.

Sin embargo, en otro países este método no tuvo la misma receptividad. En España, por ejemplo, la píldora tuvo que vencer las políticas natalistas de la dictadura de Franco, sumada a la fuerte oposición de la iglesia católica, institución contraria a cualquier método anticonceptivo. Frente a esta ruda oposición, miles de mujeres y profesionales de la medicina emprendieron una labor pionera en busca de su aprobación para el uso libre, el cual se logró 18 años después, en 1978.

A pesar de que fue en ese año que se permitió el uso abierto de este método anticonceptivo, en España ya algunas mujeres utilizaban la píldora desde 1964 bajo el nombre de “Anovial 21”, un medicamento autorizado solo para tratamientos ginecológicos relacionados con la regularización del ciclo menstrual. Se calcula que para el año 1975, unas 500.000 mujeres españolas se cuidaban con pastillas contraceptivas, cifra que se duplicó en los siguientes cinco años.

Fuente: Onmeda