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Lo hemos visto en innumerables películas y aunque podamos creer que se trata solamente de una fantasía cinematográfica, el miedo a la soltería es una realidad que afecta a hombres y mujeres por igual en nuestros días.
El miedo a la soltería, según los expertos, se relaciona con el miedo a la soledad, y aunque las mujeres son las más propensas a este tipo de padecimiento debido al “reloj biológico” el cual las limita a la hora de tener hijos, los hombres también sufren por no conseguir una pareja para toda la vida: “El miedo persistente e injustificado a quedarse solteros para siempre o a no encontrar pareja y, en definitiva a quedarse solos, más allá si hay o no un deseo de casarse, se llama anuptofobia, y está regulado, no solo por la herencia cultural y el entorno social, sino también por la educación y el nivel de desarrollo personal de cada individuo” refiere un articulo del portal Web EFE.
La anuptofobia se manifiesta, según los especialistas, cuando el sentirse solo transforma en tristes conflictivas las otras áreas de la vida: “el normal deseo de tener pareja se vuelve patológico cuando la persona se pone en esta aspiración un rango de exigencia tan grande que anula su capacidad de disfrutar de un encuentro espontáneo” afirma la psicóloga Verónica Rodríguez Orellana.
Básicamente los síntomas de esta fobia son los siguientes:
1.- Estar pendientes excesivamente de conocer a alguien para establecer una relación amorosa en el trabajo, en nuestro entorno cercano, etc.
2.- Generar situaciones con nuestros amigos para que nos “presenten” a sus conocidos o conocidas de modo de poder establecer algún tipo de relación.
3.- Pensar a diario y de forma compulsiva en tener pareja.
4.- La idea de tener pareja se vuelve el centro de nuestra vida y único interés.
Este miedo también lo padecen algunas personas que tienen pareja, quienes para retenerlas, se comportan de un modo autodestructivo debido a este miedo a la soledad:
Se muestran perfectos ante el otro.
Mostrarnos complacientes en todo momento, sin dar disgustos, sin defectos, tratando de impresionar al otro es un comportamiento poco sano: “exhibir nuestra vulnerabilidades y puntos débiles, no solo nos ayuda a nosotros mismos a ser más auténticos, sino que también genera un espacio donde la otra persona puede acompañarnos a transitar en los momentos difíciles” indica Orellana.
Intentan entablar una relación con otro al precio que sea.
Las relaciones para que sean sanas se deben dar con naturalidad “el verdadero encuentro entre dos seres se produce desde la honestidad y desde lo bellamente humanos que son” afirma esta psicoterapeuta.
De igual modo, las personas que temen estar solos toleran las conductas ajenas que los hacen sentir mal, se muestran celosos en extremo, a tal grado que intentan poseer al otro como si fuese un objeto de su propiedad y depositan su bienestar en terceros, dando por hecho que su grado de alegría o desdicha depende de si tienen o no pareja.
